Sociales

RSS Twitter Facebook

viernes, 15 de noviembre de 2019

Qué está pasando con las adaptaciones a videojuego de las películas del momento #Vidaextra


Qué está pasando con las adaptaciones a videojuego de las películas del momento

Se suele decir que segundas partes nunca fueron buenas, pero eso no siempre se cumple. Donde ya parece haber más consenso es en lo relativo a las licencias de cine que dan el salto a los videojuegos, especialmente desde hace unos años, sensación acrecentada este último mes al juntarse tres licencias mal aprovechadas en un periodo exacto de 31 días.

Zombieland: Double Tap - Roadtrip, Jumanji: El Videojuego y Terminator Resistance están muy por debajo de la calidad de las películas que intentan representar, quizás por las prisas en su desarrollo para coincidir con los estrenos en cines. Es una tónica peligrosa, porque parece que se quiere hacer caja por el peso de un nombre sin cuidar algo esencial como es la calidad de un producto. Pero, ¿cuándo llegamos a esta situación?

Érase una vez, una época dorada...

Aladdin

Si echamos un vistazo rápido al siglo pasado, no todas las licencias de cine eran sinónimo de mediocridad, sino todo lo contrario. Sobre todo si se trataba de juegos de Disney. No hay nadie que haya vivido la etapa de las consolas de 16-bits y no esboce una sonrisa al recordar clásicos como Aladdin, El Rey León o Toy Story, entre otros. ¡Y siguen aguantando el tipo!

Tampoco salían del todo mal otras licencias más adultas, como algunos videojuegos de Alien, Batman o Jurassic Park, pero sí que es cierto que el nivel de calidad empezó a decaer, por lo general, con la llegada de la siguiente generación y el boom de las 3D. ¿El motivo? Probablemente que requerían más tiempo de desarrollo, aunque hubiese perlas para los fans como el reivindicable Die Hard Trilogy, por muy feo que nos parezca hoy.

Hubo contadas excepciones que llegaron a superar a la obra original, como fue el caso del maravilloso GoldenEye 007 de Nintendo 64, mientras que otros juegos se complementaron muy bien, como aquel Blade Runner de los desaparecidos Westwood Studios (Command & Conquer), pero hubo pocos agraciados, realmente. El declive se inició en 1998 y las secuelas de la gran mayoría de películas que tuvieron sus primeras recreaciones en 16-bits, al igual que las que debutaban, acabaron derivando en juegos muy vulgares.

Si echamos un vistazo rápido a todos los títulos que refleja la Wikipedia, resulta muy difícil destacar alguno entre ese centenar de adaptaciones que salieron desde entonces, salvo por los que han ido por libre revisionando su universo y dándole otro toque diferente, como sucede con los soberbios Batman Arkham, el aterrador Alien: Isolation o esa sorpresa indie llamada The Mummy Demastered que fue un genial homenaje a los metroidvania. Hasta nuestro amigo y vecino Spider-man logró mayor unanimidad esta vez.

Ahora son productos para el fan más permisivo

Se vislumbra un patrón en las adaptaciones a videojuego fallidas, como un apartado gráfico que parece de generaciones pretéritas. Una dejadez que se extiende a los propios menús de los juegos y a la carencia total de extras.

Tocan muy de pasada los elementos principales de las películas en las que se basan y pecan de falta de originalidad preocupante en sus mecánicas, las cuáles tienden a machacar hasta el infinito, alargando la experiencia hasta poner al límite la paciencia del fan de turno. Son juegos, en definitiva, que no pasarían de la mediocridad si no fuese por el universo que explotan.

Esta tendencia se ha acrecentado ahora, pero sí que es cierto que nunca han destacado estas producciones por aportar toques de frescura, sino que van a lo seguro, con fórmulas actuales o que nos retrotraen a épocas de gloria, como sucedió en el caso de Rambo: The Videogame, pero de la peor manera.

No deja de ser un mazazo, en cualquier caso y por mucho que lo viésemos venir con el material publicado antes de lanzamiento, que tres licencias en un mes hayan cosechado unas medias que oscilan los 40 puntos de 100.

Tampoco es que estemos pidiendo la perfección más absoluta, pero sí que los estudios sean más conscientes de las limitaciones de las licencias a las que hacen frente y ofrezcan un producto mucho más consistente. Que de vez en cuando se ve alguna adaptación más que notable, como Mad Max en 2015.