En esto de los videojuegos, como en casi todo, hay temporadas y temporadas. Tiempos en los que los que apetece estrategia compleja, otros destinados al enésimo roguelike y en los que actualmente me encuentro, que podríamos definir como "a mí dame cosas bonitas que no estoy para dramas". Me he encontrado con Selfloss prácticamente de casualidad, un gif perdido al que he seguido la pista y me ha llevado a un puñado de islas postimpresionistas donde aparentemente reina la tranquilidad. Curiosamente, el proceso se parece mucho al inicio argumental del título.
Desarrollado por Alexander Goodwin (Mechanism, Algotica Iterations), nos lleva a un mundo devastado por una guerra olvidada que ha quedado dividido en pequeñas islas y del que han surgido unas criaturas formadas por huesos desnudos y sistemas neuronales. Allí, un solitario anciano acudirá al grito de ayuda de un animal desconocido, momento en el que comenzará nuestra aventura.
La vertiente artística de Selfloss la debería explicar alguien que supiera mucho más de arte que yo (te echamos de menos Isi Cano), pero voy a tratar de sacarlo adelante. Su universo está inspirado en la antigua Rusia e Islandia, mientras que el estilo se inspira en el postimpresionismo, utilizando la teoría del contraste simultaneo para el uso de colores. El resultado es tan hermoso como lo que se puede apreciar en el vídeo, con un conjunto que desprende una delicadeza salvaje en la que personalmente me resulta muy fácil entrar.
Por lo demás tenemos un montón de islas por visitar, un anciano molón con su bastón y una barquita, extrañas criaturas, y por lo visto una parte de combate que yo ahora mismo no veo cómo puede encajar, pero en la que habrá que tener confianza.
Selfloss tiene prevista su salida para la primavera de 2020 en Windows, e intuyo que caerá en alguna plataforma más como Nintendo Switch. Estaremos atentos.