Simon Forman es uno de esos personajes que nos demuestran que la realidad siempre estará unos pasos por encima de la ficción. Sobrevivió a la plaga en el Londres de 1592 y se dedicó a ejercer la medicina sin licencia, ganando cierto prestigio como superviviente de una enfermedad tan brutal. A lo largo de su carrera se interesó por lo oculto y usó una síntesis de la medicina conocida en la época, la astrología (considerada una ciencia por entonces) y el hacer de un barbero-cirujano para curar a sus pacientes. Todo esto, además, recopilando la información en libros de casos sobre cada usuario, algo bastante novedoso en la Inglaterra isabelina. Increíblemente mujeriego, coetáneo de Shakespeare, denunciado por sus pares (y encarcelado hasta conseguir una licencia), hasta se rumorea que participó en el complot de asesinato de un noble. ¿Cómo no darle pie a semejante tipo?
Astrologaster lo hace, y ha elegido probablemente el mejor formato para llevar a Forman al videojuego. Apoyándose en los infames libros de casos y la investigación histórica, desde Nyamyam proponen una aventura narrativa en la que interpretamos las posiciones de las estrellas para sanar a nuestros pacientes, una ópera bufa con un importante valor como comedia capaz de sacarnos más de una sonrisa y entretenernos unas buenas horas.
Porque el principal valor del juego, lo digo ya, está en su afiladísimo sentido del humor, el músculo más trabajado de todo el conjunto. La expresión está muy sobada, pero me van a dejar que la use: un humor muy, muy inglés. Astrologaster abre a modo de cuentito desplegable presentándonos con una canción a su protagonista, y seguirá sorprendiéndonos continuamente con esos soniquetes cargados de ironía y acidez cada vez que venga un paciente, algunas veces dando a entender el futuro próximo.
Todo aquí está al servicio de la carcajada, un vehículo creado para la comedia que busca sacarnos una sonrisa o una carcajada con las situaciones estúpidas que nos presenta, llenas de guiños a la época pero también a nuestra actualidad. Por ejemplo, un actor de teatro que sólo hace papeles de mujeres y al que le piden que adelgace y cobra menos que sus compañeros que hacen de hombres.
La burla y lo absurdo son aquí una constante, con un elenco de personajes permeadísimos de Zeitgeist isabelino y que ejemplifican a la perfección ese siglo XVII inglés tan peculiar, incluyendo algunos secundarios históricos que existieron en realidad (y de cuyo conocimiento podemos aprovecharnos desde el presente). Porque, de alguna manera, aquí el jugador es capaz de disociarse entre el protagonista y entre sí mismo, y va a ser imposible que no actuemos como gente del siglo XXI que sabe más que Simon Forman, una suerte de metatrampa que podremos hacerle al juego.
"Astrologaster es un inteligente y rotundo retrato del funcionamiento de la astrología"
El sistema de Astrologaster es gracioso, sencillo y algo repetitivo. Nos llega un paciente en una de sus múltiples visitas y nos da una descripción de sus síntomas o de la decisión que le aflige. Y nosotros, con esa información, miramos a las estrellas y decidimos entre varias opciones posibles. Por ejemplo, si a alguien le duele al orinar y a la altura de los riñones y se nos deja elegir entre una piedra en el riñón o un catarro, como jugadores ya sabemos lo que hacer, ¿no? O si nos pregunta una mujer sobre si ayudar con una obra a Shakespeare y entre las opciones nos sale que es un poco copión y no le va a dar el crédito merecido. Con esto en mente, se hace sencillo acertar muchas veces, aunque otras se nos pondrá un poco a prueba con elecciones más difíciles.
Por el camino se desarrollará una historia que se apoya en varios tópicos y suaviza la del Simon Forman real, que nos meterá un poco en la mentalidad de la época y nos obligará a contentar a nuestros pacientes para que sus recomendaciones nos consigan el título añorado de médico que nos salve de la cárcel.
Dicho esto, uno podría no extenderse más dejando claro lo divertido que es Astrologaster y lo potente que es como comedia, uno de esos géneros infrarrepresentados en el videojuego, pero hay otra cosa que hace muy bien que me gustaría reseñar: su acercamiento a la astrología como modelo predictor.
Aquí la astrología funciona igual que en el mundo real, con una mezcla de sentido común, conocimiento previo, lógica deductiva y don de gentes. En casi todos los casos médicos (porque también nos preguntarán por otras cosas) es bastante sencillo descartar entre las opciones más estrafalarias si nos ceñimos a los síntomas que se nos presentan. Porque, curiosamente, antes de hacer la lectura siempre nos dirán qué les aflige, abriendo una puerta ya para que deduzcamos. Si alguien está vomitando y con dolor de estómago y te dice que fue después de cenar carne fría parece de pura lógica pensar que eso ha sido lo que se lo ha provocado, y así con muchas otras enfermedades que el jugador conoce por su sintomatología. Pero claro, de cara al público, somos un genio que lo ha averiguado mirando a las estrellas.
Lo mismo pasa con algunas de las decisiones de vida que nos plantean: "¿supone algún peligro la Armada Invencible para los ingleses?" Pues, hombre, sabemos que no, y ahí se infiltra nuestro conocimiento como jugadores. O, mejor aún, si por una paciente conocemos el chismorreo sobre otra persona, cuando ésta venga a preguntarnos otra cosa podemos darle a entender que las estrellas nos han informado sobre él. El propio Simon sin duda se cree sus poderes predictivos, no es capaz de darse cuenta de dónde vienen realmente sus capacidades. Y hace bien en suponer que se deben a las estrellas, al fin y al cabo David Hume no nacería hasta 1711.
"El principal valor del juego está en su afiladísimo sentido del humor"
Me parece tan inteligente y rotundo este retrato del funcionamiento de la astrología que creo que, sólo por eso, Astrologaster ya merece una oportunidad. Porque entiende a la perfección el auténtico mecanismo que rige la adivinación a través de las estrellas, que no tiene que ver ni con predecir ni con los astros. Y es una delicia que nos lo presente bajo el prisma de comedia de época, con un protagonista menos estrambótico que su contrapartida del mundo real y una sarta de cancioncillas renacentistas con las que es imposible no reírse.
Me alegra poder decir que, al final, logra muchas cosas con muy poco. Tiene clara su escala (lo que no impide que esté completamente doblado, y con buen nivel), se apoya con fuerza en la tontería y se termina cuando ha de hacerlo. Es, con todos los méritos, una pequeña pieza humorística, un heladito divertido ahora que viene el calor.
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