A menudo se ha acusado a la escena cepecera de estar muy parada y a la máquina de no gozar de la popularidad de antaño. La primera edición de Amstrad Eterno nos iba a servir como excusa perfecta para medir el ambiente de la escena 'sugarina'. Sin atreverme a negar rotundamente la primera frase, lo cierto es que los seguidores de las máquinas de Amstrad han demostrado que siguen estando ahí, solo que haciendo menos ruido que otras escenas.