Es curioso cómo funciona el tema de la tecnología: cuando llega una nueva generación, deja a la anterior obsoleta a ojos de la gente. ¿Quién querría jugar a los vetustos 8 bits cuando llegaron los espectaculares 16 bits? ¿Quién podría volver siquiera a divertirse en dos dimensiones tras contemplar la majestuosidad de los tridimensionales mundos de las máquinas de 32 bits?