En 1987 convivían en harmonía en el mercado los microordenadores de 8 bits junto a las más modernas y potentes máquinas de 16 bits. A pesar de la clara inferioridad de las máquinas de 8 bits en cuanto a potencia bruta, los microordenadores contaban con la pequeña ventaja de llevar más tiempo en el mercado que sus hermanos mayores, permitiendo un conocimiento más profundo de sus tripas a la hora de sacar el máximo partido de las máquinas. En este contexto llega Nebulus, demostrándonos que un humilde Commodore 64 bien explotado no parecía tener tanto que envidiar a un Commodore Amiga.